Retrato de una separación/unión, en base al tamaño de la cama

La pieza Retrato de una separación/unión (en base al tamaño de la cama), representa con un diagrama discursivo los pensamientos de un usuario invisible sobre el resultado de la interacción con su pareja a partir del tamaño de la cama. Su mensaje nos comunica la forma en la que el diseño de los objetos que usamos moldea la interacción de nuestro día a día, y por supuesto sus repercusiones en nuestros sentimientos, nuestras vacilaciones y nuestros deseos; una puerta cerrada, un cuchillo desafilado, un jabón nuevo, son en sí historias por contar en la relación de quien los use, de ahí que parecen tener una poética innata. Este dibujo, aunque pueda no ser considerado un diseño, es relevante porque nos deja ver, con una gran sensibilidad, las sutilezas del diseño y su impacto en nuestra vida; los cambios que genera, su relevancia comunicativa y pragmática en nuestra acción, lo que nos permite y lo que no nos permite hacer. Pero sobre todo lo demás, nos plantea la pregunta que esta exposición intenta visibilizar, desarrollar y busca responder esbozando algunas características actuales de la disciplina del diseño; ¿cómo incide en la vida cotidiana el diseño de los objetos que nos rodean?

Núcleo: Diseño como herramienta discursiva.

¿SABÍAS QUÉ?...

La cama en su sentido esencial y desde siempre ha sido un espacio que posibilita descanso. Hoy podemos entenderla como un lugar de intimidad que guarda y arropa momentos, un espacio en donde se resumen y concluyen los días y con ella nuestras experiencias. La cama puede compartirse, es un espacio de encuentros y es entonces cuando su valor simbólico cambia y se significa de manera distinta, pero no siempre fue así, aquí algunos datos sobre la cama:

● En plena Edad Media el recibir una invitación para compartir la cama era un gesto de honor. Administraban el espacio por lo que más de cinco personas dormían en la misma cama, lo cual era muy eficiente para épocas de invierno, una cama servía para el uso de toda la familia. La cama era tan grande que los príncipes pedían a los mozos que tocaran las camas con una vara para cerciorarse de que nadie estuviera escondido ahí. Con el tiempo la cama se convirtió en un símbolo de posición social, la recámara era considerada un espacio prácticamente público donde se recibían visitas y la cama era un objeto ostentoso que reafirmaba la jerarquía social.